viernes, 7 de diciembre de 2018

El proyecto de Cementerio de Pérez Carasa.


Ya dedicamos en su día un capítulo a la construcción del cementerio Municipal en la entrada titulada “La última voluntad de José Pérez de Guzmán”, donde describimos las numerosas vicisitudes del proyecto y su larga gestación en el tiempo por problemas políticos y falta de presupuestos. Los planos, obviamente, se encuentran en el Archivo Municipal, y permanecen, hasta hoy, inéditos, y aunque tenemos certeza absoluta de que se trata de los definitivos, no coinciden con la obra y la edificación de lo que actualmente puede observarse en el cementerio. Como quiera que sabemos que no hubo modificaciones históricas, y dado que este es el único proyecto, necesariamente debió ser el ejecutado con cambios.

Detalle portada
Es más, el encargo de los planos al arquitecto José María Pérez Carasa, marido de María de la Luz Pérez de Guzmán y, por tanto, cuñado de D. José, es de octubre de 1933, así como los contactos para la cesión de los terrenos, pero ni uno, ni otro pudieron ejecutarse debido a la nueva legislación de secularización de cementerios republicana. Este hecho nos ofrece pistas sobre el proyecto, puesto que la Ley de 30 de enero de 1932 impedía la segregación entre cementerios civiles y religiosos, y establecía la obligatoriedad de cementerios municipales para todos los españoles, impidiendo los enterramientos en templos y criptas e, incluso, ofreciendo la posibilidad de municipalización de los camposantos no laicos. El posterior reglamente de 1933 prohibía los signos religiosos y las ceremonias en los cementerios públicos, salvo en las tumbas, lo que, según la Revista Técnica de la Administración imposibilitaría la construcción de una capilla en el nuestro, que era parte de la última voluntad del donante, aunque abría la posibilidad a la construcción de un panteón familiar y en su interior una capilla privada de servicio para la familia.
El proyecto que se visa en el Colegio de Arquitectos en 1944, por estas características, estamos seguros que es el original, y podría datar de entre 1930 y 1932, previo a la legislación republicana, puesto que incluye un cementerio civil y una capilla exenta, o de 1934, cuando la legislación del Bienio suaviza esta prohibición en la medida que lo autoricen las leyes y no se produzcan altercados. Las desavenencias con la familia Pérez de Guzmán, por este hecho, y las políticas, por la cesión del manantial de las Pilas a cambio de una importante exención de impuestos, paralizaron el proyecto y lo aparcaron hasta el final de la Guerra Civil, pese a que en 1938 la falta de capacidad del cementerio viejo de la Plaza Nueva era motivo de honda preocupación.

Plano general en planta.

Las prisas asaltan a la corporación municipal en 1940, acudiendo al embargo y apremio de todos los deudores municipales para recaudar fondos y llegando a un acuerdo económico con Teresa Pérez de Guzmán para la compra de los terrenos, dados los largos trámites de expropiación, y pese a consignar en presupuestos 45.000 pesetas para ello. El Ayuntamiento aprueba provisionalmente el proyecto de Pérez Carasa en enero y en septiembre lo eleva a definitivo, iniciándose las obras el 2 de octubre al grito de “Franco, Franco, Franco y Arriba España”, según recoge el acta de Pleno.
El proyecto fue visado el 23 de junio de 1944, tres meses después de que el Pleno de la Corporación manifieste expresamente que  “no podrá jamás por sus propios medios emprender las obras del referido cementerio”, la causa, tal vez, de su oficialización ante el Colegio de Arquitectos y de la posterior remodelación del mismo, cuya ejecución difiere de los Planos originales aunque no tanto como creíamos al principio.

Alzado

El planteamiento original del c
ementerio católico  es la misma que en la actualidad, un cuadro de nichos en torno al perímetro con osarios en las esquinas,  una capilla central separada del muro, pero situada al fondo, y un interior ajardinado, con tres filas de fosas a cada lado del pasillo central y espacio para dos panteones al comienzo. Las filas de nichos son a cuatro alturas, a diferencia de los realizados, que eran de tres, y la capilla posee una portada interesante y un pequeño estrechamiento en la parte posterior, donde debían situarse las imágenes. La intención, según sabemos por el desarrollo de la obra, era ejecutar solamente las filas de nichos y las fosas necesarias, quedando la mayor parte del espacio libre. Se accedía al “cementerio católico” a través de lo que el plano denomina patio de ingreso, una especie de vestíbulo en el que se sitúa la portada, muy parecida a la actual, situada en el centro entre los dos edificios cuadrados que se superponen en las esquinas y que no se ejecutaron.

Detalla alzado de la capilla
El cementerio civil, a la izquierda de la puerta principal, consta de 44 nichos en once filas a cuatro alturas y espacio para 10 fosas. La sala de tanatorio, a la derecha de la portada, consta de depósito, sala de autopsia y patio con depósito de agua y pozo, además de un “pozo absolvente”, suponemos que para desechos. Ambos edificios poseen sus propias portadas y accesos y nunca llegaron a ejecutarse.
Según el proyecto se alcanzaban 662 sepulturas, 512 en nichos, 138 en fosas y 12 en panteones.
Entre las obras de este magnífico arquitecto, que sucedió a Trinidad Gallego, se encuentran la Conclusión del Instituto La Rábida, El barrio Reina Victoria, La gota de Leche, el Ayuntamiento de Rociana del Condado o la Iglesia Nuestra señora Estrella del Mar en Huelva.


domingo, 16 de septiembre de 2018

La cita de Lucena en el Cándido de Voltaire.


En el capítulo X de Cándido o el Optimismo del filósofo Voltaire su protagonista, Cunegonda y la vieja que les acompañaba después de haber sido robados en Badajoz, deciden vender los caballos y pasar a Cádiz donde se aprestaba una flota con tropas expedicionarias para castigar el levantamiento propiciado por los jesuitas en la colonia de Sacramento. Voltaire se refiere al camino de Extremadura que una vez concluido en los puertos desvía a los protagonistas hacia su destino haciéndolos pasar por Lucena, Chillas y Lebrija,  el itinerario natural para evitar la marisma que se le podía ocurrir a un absoluto desconocedor de la tierra. Voltaire debía tener un mapa de la zona, pero un mapa antiguo, puesto que la aldea de Chillas, muy cerca de Villamanrique, estaba ya despoblada en el siglo XIV y lo utilizó a su manera.

Un conocedor de la zona o un viajero que hubiese preguntado  sabría que las comunicaciones entre la ría del Tinto y Cádiz no sólo eran permanentes desde la edad media, sino esenciales puestos que el señorío más importante de la zona se desarrollaba a ambos lados del Guadalquivir entre ambas tierras. La ruta marítima mantenía un tráfico permanente de mercancías desde esta zona de río hasta Sanlúcar, el Puerto y Cádiz, los destinos más habituales, que intermediaban determinadas producciones además con la ciudad de Sevilla, La ruta terrestre más habitual era la denominada de las Playas de Almonte, Niebla-Sanlúcar, desde donde se enlazaba con barca con el resto de los destinos.
Voltaire no andaba, pues, muy descaminado.

jueves, 7 de junio de 2018

El proyecto de Ayuntamiento de Trinidad Gallego.


Durante un largo periodo del siglo XIX se estuvo utilizando “la casa” de la calle San Salvador como Ayuntamiento porque así aparece recogido en algunas actas, aunque no podemos concretar la cronología exacta. No existen actas capitulares para este momento, pero en cambio el Archivo Municipal conserva un expediente de obras de 1886, que poco debió dar de sí, y otro de 1892 con el proyecto completo y su correspondiente expediente de contratación, pese al cual, no podemos asegurar que se llevara a cabo en su totalidad por un Consistorio escaso de fondos, moroso con la hacienda estatal y provincial, y siempre muy mal gestionado. No obstante, alguna hipótesis vamos a proponer al respecto.

La memoria de  obras recoge de nuevo expresamente     como punto de partida el estado ruinoso de la casa consistorial, una constante histórica desde el siglo XVI,   y la ocupación de una casa particular provisional, proponiendo la construcción de un edificio     de   “planta     baja  y    principal  en  dos  cuerpos distribuidos   en   Casa-Ayuntamiento,   juzgado   municipal y pósito y  solar de planta  principal   en el  distrito  indicado a depósito municipal” (sic).
La planta baja contiene básicamente dos dependencias separadas, las administrativas, Alcaldía, Secretaría-archivo y Juzgado, y “la prisión preventiva”, denominada así en el proyecto, a la que se accede por el patio, y que consta de una celda de hombres y otra de mujeres, separada por la garita de vigilantes. Una escalera lateral de tres tramos, situada tras la alcaldía, permite el acceso a la segunda planta que ocupa solo el ala administrativa, y consta de salón de Plenos, Pósito y una estancia cuadrada y tabicada, que no recibe nombre, y que tal vez sirviera de alojamiento temporal de algunos de los secretarios municipales, aunque este extremo no consta en la documentación del expediente.  
El proyecto es obra del arquitecto provincial Trinidad Gallego y Díaz (1874-1929), natural de  Sevilla, licenciado por la academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y ocupante de  la plaza provincial tras la renuncia de su hermano José en 1889. Debió ser, pues, uno de sus primeros proyectos en Huelva, o al menos uno de los primeros de envergadura, puesto que aunque participa de la construcción del Ayuntamiento de Nerva, que es anterior, de 1890, solo realiza la dirección de obra sobre planos y mediciones de su hermano José. En esta misma plaza, es autor del Matadero y el Cuartel Viejo de la Palma del Condado, catalogados como edificios neomudéjares, y el proyecto del Hospital Provincial de 1914 para la Diputación de Huelva, del que sólo se construyó el pabellón psiquiátrico. No obstante, sus edificios más conocido en Huelva, en el mismo estilo arquitectónico, son la plaza de toros de la Merced, de 1902, sin lugar a dudas su obra más emblemática y de mayor envergadura  y el teatro Mora, de 1910.
En el caso que nos ocupa, existen dos razones de peso para refrendar la hipótesis de que no se realizó el proyecto en su totalidad. La primera es documental, puesto que un acta de 1911 propone arrendar por cuatro años el edificio de la Plaza de la Libertad “que se encuentra medio edificado” y no sirve para nada, para emplear los fondos en reedificarlo paulatinamente y poner las puertas, de forma que no siga “abandonado en la forma que hace muchos años se halla por la escasez de recurso de este municipio”. La segunda es física o arquitectónica, puestos que el plano se parece en parte al edificio actual, reedificado en 1925, que conservaba una disposición similar del primer cuerpo de la Planta Baja, aunque con la escalera principal ocupando el segundo vestíbulo, lo que obligó a abrir un vano en el despacho de Alcaldía hacia el lugar ocupado antes por esta, y una puerta hacia el patio para dar acceso a la cárcel, que también se remodeló. La disposición de vanos de esta parte, y de la fachada, sugieren que tal vez se edificó la planta baja y  la fachada, que no se concluyeron, y se abandonó el resto, cuyo replanteo no debieron suponer posteriormente graves problemas arquitectónicos.
La posterior obra de 1925, en la Alcaldía de Diego Gómez Cruz, durante la dictadura de Primo de Rivera, de la que aún no poseemos Planos y no sabemos si existen, pudo replantar estas últimas partes inconclusas que se realizaron por administración, dado que ningún constructor quiso hacerse cargo de las obras por el bajo presupuesto tras varias subastas fallidas. De esta manera creemos que pudo aprovecharse el proyecto anterior con las modificaciones que hemos descrito en la planta baja y una disposición similar en la alta, modificada parcialmente por el vano de la escalera que obligó a dejar diáfana la parte posterior y sólo permitió edificar el salón de plenos y el despacho del Alcalde. Posteriormente, el traslado de la escuela de niñas y niños, la construcción de una vivienda para el secretario, y otras modificaciones posteriores enmascararon estas obras, pero no la estructura de muros y vanos que permaneció intacta.
La reedificación del Ayuntamiento en la Alcaldía de Antonio Jiménez durante la década de los ochenta del siglo pasado  de nuevo ha modificado toda la parte posterior, pero ha respetado la fachada y los muros anteriores a la escalera, cuyo primer cuerpo permanece en su sitio y cuyos muros, por consiguiente, pueden datar de esta época, como se pudo comprobar  en la reforma de 2007, Alcaldía de Manuel Mora, que solo saneó algunas partes mal ejecutadas y realizó la adaptación para las personas con discapacidad.





















miércoles, 6 de junio de 2018

Las muñecas del claustro del refectorio de Parchilena.


El claustro del refectorio es obra de fray Fernando Marín de entre 1739 y 1758, constituyendo una de las escasas construcciones del monasterio que sobrevivió al terremoto de Lisboa de 1755, según la documentación que hemos aportado recientemente en este mismo blog. Históricamente se accedía a él desde el compás, el recinto o patio que antecede a las dependencias monásticas y que lo separan del exterior, y que en este caso concreto, alojaban una antigua viga de aceite que hasta hace muy poco se conservaba en su lugar original intacta. La entrada no se hacía directamente, era necesario recorrer un pequeño pasillo que según parece alojó en tiempos alguna dependencia agrícola, bajar unos escalones que salvan un pequeño desnivel entre ambos espacios y es entonces cuando se accede al espacio cuadrangular del claustro que, no obstante, no se encuentra centrado, sino adosado al claustro grande ocupando las tres caras restantes de la planta inferior las celdas en la parte este, el ofertorio en la parte sur y la sala de las muñecas en la parte oeste.


El acceso se realiza, pues, por el pequeño espacio rectangular de esta sala, a través de cuatro arcos soportados por dos pilastras adosadas y tres columnas, probablemente estas últimas reutilizadas de construcciones romanas anteriores, en cuyos vanos se situaban las muñecas, representación de los cuatro continentes (Europa, África, América y Asia) mediante figuras alegóricas de sus grandes ríos, según manifiestan testigos que podía leerse a los pies de alguna de ellas. No lo sabemos, porque como es bien sabido desaparecieron en los años noventa antes de una de las ventas del monasterio (las sustitutas son contemporáneas y nada tienen que ver con las originales) y hoy lucen, a decir de algunos, en patios sevillanos tras ser repartidas entre sus antiguos herederos.
Conservamos, eso sí, la memoria, y la esperanza de que algún día retornen, además de una fotografía publicada en la revista de fiestas patronales de 1977 que sirven a su reconocimiento, y hoy publicamos. La calidad es la propia de la imprenta de la época.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Sobre el origen de Viriato, Luzenna y la Crónica General de España de Alfonso X, el Sabio.


Viriato (+ 139 a.C.) fue un rebelde lusitano que se enfrentó a la expansión romana en la península Ibérica en el siglo II antes de nuestra era, hasta que fue asesinado por sus propios hombres, que cuando fueron a cobrar la recompensa de Quinto Servilio Cepión recibieron por respuesta el célebre “Roma Traditoribus non praemiat”, Roma no paga traidores, de la leyenda. Como todos los caudillos de la época, su vida se encuentra rodeada de una nebulosa de leyendas y datos provenientes de las parciales fuentes romanas, acrecentadas en otras épocas, incluida la medieval.

Detalle de La Muerte de Viriato
(1808, José Madrazo)
Es esta ausencia de referencias concretas es la que ha permitido su identificación con el nacionalismo Portugués o Español, según épocas y modas, aunque muy pocos se han aventurado a localizar un lugar de nacimiento concreto. Un reciente estudio de Fernando Gil González sobre esta figura (2014), cita expresamente otro anterior del Portugués J. Barbosa Machado que sostiene que Viriato era un ciudadano español que vivió cerca de Lucena (Huelva) de donde era natural, citando la Crónica General de España de Alfonso X el Sabio como fuente y ofreciendo las referencias precisas (Primera Crónica General de España: estoria de España que mandó componer Alfonso El Sabio y se continuaba bajo Sancho IV en 1289. Alfonso X el Sabio, edición de  Ramón Menéndez Pidal, edit. Bailly-Bailliere e hijos, 1906. Edición Digital de la Biblioteca de Castilla León). Y obviamente, pusimos manos a la obra.
En el capítulo 43 titulado “Cuomo se levantó el ladrón Viriato”, Alfonso X, manifiesta lo siguiente:

“.... e auie estonces seycientos e seys annos que fuera la cibdat poblada – quando se levantó en España un omne muy guerrero, que llamauan Viriato, y era natural de tierra de Luzenna, e fuera primeramientre pastor, e después tenedor de caminos, et desi ayuntó muy grand gente e començo a fazer mal descubiertamentre por las tierras, robándolas e destruyéndolas todas......”   (página 28 de la edición digital).

La referencia de Barbosa Machado es, pues, certera, y el monarca conocía bien la zona, que había conquistado en 1262, y en cuyas inmediaciones cazaba en el entonces denominado bosque de las Rocinas, establecido como cazadero real un poco más tarde, y en donde ordenó edificar dos ermitas en la laguna de Santa Olaya y las Marismas. Una treintena de citas más se ocupan de la tierra de Luzenna, casi siempre en referencia a sus  belicosos habitantes, destacando entre todas ellas la del capítulo dedicado a la descripción de la población de España (página 6) que la sitúa y ofrece la explicación del origen del topónimo lusitano:

“Otra tierra y ovo que llamaron Luzenna, que es entre Guadiana y Tajo, e pusieron le assí nombre unas gentes que la poblaron que llamauan Lusios”.

Por consiguiente, según el rey Sabio, el nombre de la tribu de los lusitanos deriva de Luzenna, cuyos habitantes eran los lucios, y en cuyas inmediaciones nació y se crio el pastor Viriato. A esto mismo se refiere José Antonio Saraiva (1994), siguiendo idénticas referencias, para el que el término Lusitania, derivado de Luzenna, no desapareció época medieval pasando a denominar la región situada entre el Alentejo y el Algarbe actuales. En realidad, un análisis más detenido la Crónica, que abarca un amplio periodo de la historia anterior a Alfonso X, el término lusitania o la provincia de Luzenna en la época de Viriato, podría aplicarse indistintamente al Algarve, las proximidades de Mérida, en sentido amplio, o la tierra de Badajoz y del Algarve, en este caso, incluyendo los dos Algarves, el Portugués y el Andaluz, que es la tierra de Huelva.
La Crónica General de España, publicada en 1344, constituye, fuera de las escasas referencias clásicas, una de las primeras fuentes histórico-literarias sobre Viriato y, sin lugar a dudas, la que construye la idea del caudillo héroe resistente, rebelde, romántico y nacionalista. Desconocemos las fuentes del Rey Sabio para atribuir a nuestra tierra el nacimiento del héroe  resistente, ni existen elementos físicos o arqueológicos que puedan probar esta afirmación, pero para la historiografía local constituye, sin el más mínimo atisbo de dudas, un hito importante que permitirá deshilar la madeja de otras pistas seguro por descubrir.
Mientras esto ocurre, solo tenemos que dejar volar la imaginación, y seguro que vemos a Viriato con su rebaño en los cabezos o las inmediaciones de nuestros montes.


Bibliografía Citada.

Fernando Gil González: “Analisis historiográfico de la figura e Viriato desde los tiempos medievales hasta el siglo XIX”. Revista Estudios de Historia de España volumen XVI, 2014, p. 43. http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/analisis-historiografico-figura-viriato.pdf

V.M. CHAMORRO, J. AGUIAR y M. PASTOR, “Viriato, historia compartida, mito disputado”, Actas de la VI Mesa redonda institucional sobre Lusitania romana. Cascais, 2008, p. 75.

José Antonio Saraiva: A Cultura en Portugal, Gradiva, 1994.




domingo, 6 de mayo de 2018

Fray Fenando Marín y el terremoto de Lisboa en Parchilena.


Entre los papeles que estamos recabando sobre el monasterio de la Luz, hemos localizado una nueva memoria breve de religiosos que contiene abundante información entre los siglos XVII y XVIII de Parchilena. Entre ellas destacan las referencias a Fray Fernando Marín,  hermano lego, natural de Osuna, cantero y arquitecto, que destacó, entre otras cosas, en la reedificación del lugar tras el espantoso terremoto de Lisboa de 1755. Gracias a ello, conocemos los devastadores efectos del mismo, aunque ya teníamos algunas referencias gracias a la relación de sus efectos en la villa de Niebla, en cuyo informe se hace referencia a su total destrucción.

Patio de las Muñecas, obra de Fray Fernando Marín
El nuevo documento, y advertimos aquí que existe otra relación impresa que aún no hemos podido consultar, no desmiente esta afirmación, pero es más exhaustivo  en la descripción, permitiéndonos acercarnos a sus consecuencias y lo que es más importante, otorgando la autoría de las obras a nuestro “maestro cantero”. La relación de daños es descrita de la siguiente manera:

“.... a las puertas del monasterio se abrieron vocas que escupieron, agua, fuego y sulfúreas escorias. El convento se arruinó en la mayor parte, cayo el segundo cuerpo de su torreón; en la iglesia se abrieron sus paredes; cayó la armadura sobre sus bóvedas y por partes la abatió. Sólo en ella, milagrosamente, quedó la capilla mayor indemne; la sacristía se hundió. El claustro principal se partió por el primer piso e inclinó sus postes y arcos. El refectorio quedó inservible con la bóveda cascada. Sólo el claustro que había hecho este siervo de Dios se mantuvo firme a tan fuertes baibenes.
La comunidad que estaba en el coro cantando la tercia, viendo que la bóveda se desataba a pedazos, salió por entre las ruinas, que por todas partes caían, a buscar asilo en el campo. Solo fray Fernando se quedó en un arco fuerte que estaba a la entrada del coro acompañado de un religioso franciscano huésped, que desalentado no podía huir, hasta que viendo que se abría el arco, pidiendo a Dios misericordia, lo arrastró por no quedar allí sepultados, y corriendo por entre las ruinas sin lesión, llegaron a donde estaban los demás contristados, y discurriendo estaban debajo de las ruinas, dieron gracias a su Magestad los hubiese sacado de tanto peligro con vida, pues sólo algunos recibieron algunas leves contusiones.
Allí se allaban asombrados y sin consejo, sin saber que abían de deliberar, cuando fray Fernando valerosamente (aviendo calmado un poco el temblor, que aunque con menos fuerza repetía a cada instante) se arrojó por cima de las ruinas, registrando todo el convento y oficinas, y volviendo a el prelado, lo informó como todo había quedado inhabitable que mandase bajo de precepto que ninguno pudiese entrar adentro por que se exponía a perecer entre las ruinas que aún caían.....”.

Entonces se determinó retirase a la huerta y ocupar las casas de los hortelanos (La relación de la villa de Niebla manifiesta que durmieron en tienda de campaña) y fray Fernando se entregó a su reconstrucción, apuntalando y resanando lo que tenía compostura, y volviendo a ocupar las celdas en tres meses, y posteriormente las oficinas y la Iglesia. La muerte le sorprendió en plena edificación en la enfermería de Moguer, donde parece se retiraban los frailes a curarse, en olor de santidad y con hechos prodigiosos, que ya relataremos en otra ocasión.
Lo que ahora nos interesa, y la memoria lo deja claro, es que su clautro “aún no estaba acabado”, y que fue lo primero que compuso, aderezando las celdas para que la comunidad pudiese acomodarse en ellas. Obviamente se trata del Patio de las Muñecas, cuya edificación también queda datada entre 1739 y 1758, puesto que también se nos informa que vistió el hábito 19 años en este monasterio. Entre 1755 y 1758 a su mano se debe el saneamiento de la iglesia, “que parecía no haber sido comprehendida en la desgracia”, sin la torre, que nunca fue reconstruida y permanece inacaba, aunque sí la espadaña para las campanas, y el refectorio, anejo a este claustro, según manifiesta expresamente la memoria, resaltando su fortaleza.
No son las únicas obras de este singular arquitecto, de ellas nos ocuparemos en próximas entradas, en otras partes del monasterio y fuera de él, y otros autores.





miércoles, 2 de mayo de 2018

Para escribir desde el frente.

Recibir noticias o enviarlas a la familia, la novia o los amigos era, según la mayoría de los soldados, lo mejor y más humano de los frentes de guerra, una tarea nada fácil en las circunstancias de los conflictos. En las duras condiciones del combate no había consuelo, ni nada podía acercar a los soldados a sus seres queridos y a su terruño, pero las noticias, las fotos, o la imágenes del Santo Patrón podían proporcionar el calor que las condiciones robaban. Con este objetivo, y no sabemos si con algún otro, se imprimió en nuestra localidad con motivo de la Guerra Civil papel para escribir tamaño folio de alto y 2/3 de ancho, para ser plegado en 1/4, y espacio para ser franqueado, que utilizaron los luceneros para dirigirse a sus seres queridos. 

Parte externa





















Desconocemos cuantas de ellas llegaron a su destino y cuantas se conservan escritas, que alguna quedará. En cualquier caso, constituyen un testimonio con los escapularios, medallas y la particular devoción al Corazón de Jesús que desarrollaron nuestros combatientes. En próximas entradas mostraremos algunos de ellos.

Parte interna preparada para escribir



martes, 24 de abril de 2018

La primera desamortización de Parchilena.


No es fácil reconstruir la historia de Santa María de la Luz de Parchilena entre la dominación francesa y la exclaustración (1812-1836) por la ausencia de documentación original. Es más, somos muy críticos con la escasa documentación existente, muy sesgada,  y con unas fuentes historiográficas que citan documentación original, que actualmente no existe, o no se localiza o está disponible, aunque tengamos constancia de su existencia.

Por eso tiene más valor el testimonio que presentamos a continuación, un simple documento administrativo de comparecencia y avecinamiento, que viene a probar la primera desamortización del monasterio. En efecto, en la documentación aneja a las actas capitulares aparece una petición fechada el 31 de diciembre de 1812 de Fray Juan de San Francisco, procurador mayor del “disuelto convento de la Luz y professo en él” por la que comparece y manifiesta que,

“.... es bien notorio no solamente en este pueblo, donde es conocido de todo el vecindario, sino de todos los pueblos comarcanos, y que su conducta es bien sabida es exemplar, según su estado, sin haber dado en el tiempo que permaneció en su monasterio la más leve nota, y por esta razón ha tenido y tiene a este vezindario mucho afecto, y por lo tanto desea que en el interin el explicado su monasterio, que se haya en este término, se le admita por vecino, para lo qual se obliga a satisfacer las cargas que devan sufrir los demás vecinos, y para ello se le haya de franquear el goze que assimismo tengan los referidos vezinos, pudiéndose aprovechar del término de este pueblo, lo que oido por los expresados señores de cabildo, y constándole que quanto lleva expuesto el referido Sr. Juan de San Francisco es cierto y verdadero, desde luego determinaron admitirlo por su vecino, haciéndole saver esta providencia, y que assimismo haya de tener casa sensada para poder gozar lo que con arreglo a derecho a Rs. Ordenes está prevenido....”

Parece obvio, por las fechas, que el monasterio se suprimió con arreglo al Decreto de 18 de agosto de 1809 de José Bonaparte, o lo que es lo mismo, durante el periodo de ocupación francesa, puesto que el decreto de las Cortes de Cádiz es posterior (13 de septiembre de 1813), y no se aplicó por el retorno inmediato de Fernando VII, aunque afectara a los monasterios suprimidos o destruidos por el invasor. La ocupación francesa y los combates en sus inmediaciones, se prolongaron, que sepamos, entre 1810 y agosto de 1812, momento este en que según el documento el monasterio estaba ya disuelto.
La solicitud de avecinamiento de su procurador mayor, responsable de los asuntos económicos de la casa, nos permite aventurar que algo esperaban los exclaustrados de la expulsión del invasor francés. La alusión al interín como periodo transitorio se refiere, sin lugar a dudas, a su deseo y la posibilidad de restitución de sus bienes y derechos, lo que ocurrió de hecho con la vuelta al absolutismo monárquico, aunque sabemos por otros documentos que aún en 1815 no se había completado.
Posteriormente, en 1822, la restitución de la legislación de las Cortes de Cádiz, y por tanto el Decreto de 1813 y un nuevo Decreto de 1 de octubre de 1820 que suprimió todos los monasterios de órdenes monacales, provocaron la segunda exclaustración, de la que tenemos noticias por el traslado de enseres e imágenes a la Iglesia de San Vicente en la documentación del Archivo Parroquial. Pese a ello, tampoco llegó a completarse, retornando los frailes con la vuelta al absolutismo, aunque de nuevo tampoco sabemos exactamente como tuvo lugar este proceso, ni siquiera si llegó a completarse.
Finalmente, los decretos de 1835 y 1836, acabaron, ahora sí, con la venta en pública subasta de todos los bienes de Parchilena, en un proceso largo que duró varios años y del cual poseemos el inventario de bienes del ya “suprimido” monasterio de la Luz, firmado por su último prior José Pascual Zúñiga. De este último documento sólo poseemos la transcripción realizada en el manuscrito anónimo titulado “El Monasterio de la Luz; su amanecer y ocaso” (Madrid en 1951), cuya fecha ignoramos, por lo que puede ser incluso anterior, ya que se relacionan algunos enseres que nos consta fueron trasladados en 1822 y no tenemos medio de comprobación.



martes, 10 de abril de 2018

Parchilena y América. Fray Alonso de Santo Domingo gobernador de Indias.


Tradicionalmente se han sostenido las relaciones de los jerónimos de Parchilena con América, especialmente en la primera época, en la etapa onubense, con base en las afirmaciones del padre Sigüenza y otros historiadores de la Orden, debido a la falta de documentación original. La proximidad a la monarquía española y la relativa “confianza” otorgada a sus frailes, primero por los Reyes Católicos y después por el Emperador Carlos y su hijo, proporcionan algunas pruebas, que son las que rescatamos a continuación.

Retratos de frailes jerónimos
Fray Alonso de Santo Domingo de Sisla, es considerado por los historiadores de la Orden y los americanistas como uno de los primeros gobernadores de Indias, aunque no ostentó nunca este título. Antes de este cometido fue seis años prior del Monasterio de Parchilena, otros seis del monasterio de la Victoria de Salamanca y cinco en San Juan de Ortega (pág. 839). Como quiera que los poderes para pasar a las Indias los recibió en 1515, debió ser uno de los primeros priores, puesto que la erección canónica de nuestro monasterio tuvo lugar en 1500 y sabemos que el primero de ellos fue Fray Juan de Siruela. Conocemos también que el nombramiento se recibió en el monasterio de Burgos, fuera del contacto de estas tierras.
Según Sigüenza, descubiertas la Isla de Santo Domingo (La Española) y Tierra Firme (Nueva España), y edificada la ciudad de La Isabela por Colón, comenzaron a llegar las quejas a España por el mal gobierno del descubridor y el maltrato a los indios por la encomiendas. Fernando el Católico, en calidad ya de regente, otorgó amplios poderes a fray Luis de Figueroa, a fray Bernardino de Manzanedo y a fray Alonso, que acudió en sustitución del prior de Buenavista (Sevilla), para quitar y poner justicias y oficiales, hacer leyes contra las encomiendas e instruir a los indios en la fe (753-754). En 1516, el Cardenal Cisneros y Adriano de Utrech  confirmaron estos poderes y se otorgó la licencia de embarque, llegando a La Española la víspera de la Navidad de 1518.
En realidad, como hemos adelantado, no recibieron el título de gobernadores, pero sí los poderes, por lo que inicialmente su actuación no recibió el rechazo de los españoles allí residentes.  Según relatan ellos mismos, realizaron pesquisas entre los españoles y entre los religiosos Dominicos y Franciscanos allí asentados, de pareceres e intereses contrapuestos, puesto que unos mantenían que los indios eran incapaces de gobernarse y de naturaleza holgazana, y los otros que era necesario organizarlos en pueblos y hacerlos vasallos libres que paguen sus impuestos. Decidieron finalmente quitar los indios encomendados a los caballeros ausentes que habían vuelto a España y comunicarlo a Cisneros, con cuya misión enviaron a Fray Bernardino, lo que desató una fuerte oposición entre los encomenderos españoles que vieron peligrar su posición y sus privilegios. El Cardenal aprobó estas medidas e informó al emperador. Sucedió entonces una pestilencia de viruelas y murieron una gran cantidad de indígenas, de lo que fueron culpados por los españoles, que escribieron al Emperador, aún en Flandes, pero los frailes fueron apoyados por un nuevo gobernador y no volvieron las encomiendas, ni se volvió a encomendar a personas ausentes. Carlos V, no obstante, limitó los poderes de los jerónimos.
Tras ello, los jerónimos pidieron permiso para volver a sus celdas, lo que no gustó mucho a Fray Bartolomé de las Casas, el gran defensor de los indios, que los tacha de remisos, y obviamente no aceptaron sus criterios. Después de cuatro años de servicio, en 1520, fueron autorizados a la vuelta, no sin antes nombrar a Fray Luis de Figueroa Obispo de Santo Domingo, cargo que no llegó a ocupar puesto que murió en 1524 estando las bulas despachas por el Papa.
No terminó aquí la relación de Parchilena con América puesto que en esta última fecha el emperador Carlos nombró a otro jerónimo, Fray Pedro del Rosal, gobernador de Indias, cargo que no llegó a ocupar puesto que le “detuvo la muerte en nuestro monasterio de Nuestra señora de la Luz, en donde está su cuerpo con los de sus actos capitulares”


lunes, 26 de marzo de 2018

La huerta de Parchilena.


La huerta de la Luz era uno de los bienes más preciados del monasterio. En el siglo XVIII consta de tres fanegas de regadío y fanega y media en secano, estas últimas sembradas de frutales, cercadas y provistas de dos viviendas. Su producción estimada es de 1.275 reales de vellón  para el regadío y 200 reales anuales para los frutales, con las dos viviendas, 17 veces el valor declarado en las fanegas de tierra calma de mediana calidad del propio monasterio.

La Huerta, grabado de Doré.
La huerta es, pues, un bien muy productivo que habitualmente trabajan los frailes, como consta de numerosas descripciones, una labor recogida en la regla, los jerónimos siguen la San Agustín, que se rige por el equilibrio entre oración y trabajo. Arrendar la huerta no es habitual, y, obviamente, no poseemos en documentación de archivo  contratos de esta índole, fuera del que presentamos, cuyo valor alcanza más allá, puesto que nos informa de lo que allí se sembraba, lo que para nosotros posee un gran valor puesto que describe esas “berzas” que constituían una parte importantísima de la alimentación de los frailes y los luceneros en el siglo XVII.
En efecto, Fray Alonso de Almonte, procurador mayor del Monasterio, otorga escritura de arrendamiento por tres años a Pedro Rodríguez, residente en el dicho convento, en la casa que tiene Simón Polo en Val de Rodrigo, junto a la huerta que arrienda, por cinco ducados anuales (55 reales), y con una serie de condiciones, la primera de ellas “que el dicho Pedro Rodríguez a de dar al dicho convento, mi parte, toda la ortaliza que obiere menester en el dicho tiempo de los tres años de deste arrendamiento para el gasto de sus relijiosos y de los criados y gañanes....”. Y dicho esto, parece que no es necesario añadir nada más, puesto que la casa debía quedar abastecida, pero el contrato es más explícito recogiendo expresamente que el arrendador ha de dar en cada un año, 6000 pimientos, 500 cebollas secas, 100 calabazas romanas “que tengan sasón” y todas las nueces que dieran los nogales de la dicha huerta.
No acaban aquí las cosas, el arrendador se compromete a pagar la mitad del valor de la rueda de la noria, si hubiera que hacerla de nuevo, pero por el contrario, el monasterio le proporcionará cabalgadura para hacerla funcionar en tiempo de verano, a cambio del sustento de la misma. Acabado el arrendamiento, en el tercer año, antes de abandonar la tierra, el arrendador se compromete a dejarla labrada y plantada de toda hortaliza conforme ahora la recibe, a saber:

“... veinte y cuatro canteros de col de a tres seras cada cantero,  la col ya grande que quiere ser(r)ar = y dos canteros de berejena, de a quinse eras cada uno = tres canteros de pimientos de a catorse  eras cada uno = y dos canteros de nabos y rábano = y uno de sanahorias = y dos canteros de calabasa de agua..... y a de dexar en dicha guerta sinco eras de sebollino grande, como agora tiene.....”.

Si el arrendador dejara plantados más canteros de hortaliza y legumbres, el monasterio deberá pagar la mejora, y si faltare, será el arrendador el que pague, estando a lo que dijeren dos personas que entiendan. Se incluyen en el contrato 24 calabazas grandes romanas “de cuenta” y 36 pequeñas, que “ahora se le entregan”, que tal vez, formen parte de la noria.
Por consiguiente, tenemos el valor del arrendamiento, relativamente barato según otros de similares características entre particulares que poseemos, pero ahora sabemos lo que sembraban y comían, las berzas de las fuentes que casi nunca se describen. No creemos que el resto de las huertas locales fuesen muy diferentes, solo notamos aquí la falta de ajos y habas verdes de temporada, puesto que conocemos que para las legumbres se utilizaban los turnos de descanso de la tierras calmas, destinando una parte de ellas a la exportación (yeros, alberjones, habas, garbanzos, y altramuces).  
Por otros contratos del propio monasterio sabemos que se cultivaban sandias y melones, con parcelas de huerta destinadas también al arrendamiento en los siglos XVI y XVII (vega del Garbín, junto al arroyo de Alameda), que incluyen en el precio, de dos ducados la fanega, una docena y media de melones. Entre las frutas del huerto conocemos la existencia de los citados nogales, almendros, moreras, perales y manzanos, además de algunos granados y naranjos de la china que debían ser una gran novedad en su momento.  La venta de las hojas de morera del huerto de la noria en 1634, posiblemente este mismo,  supuso un ingreso de 8,5 ducados.
En el mismo sentido, conocemos por diversas fuentes de la existencia de la huerta de Moriana en Rociana del Condado, sembrada hortaliza y viña, también denominada Granja de Moriana, de la que otorgó poder de venta en 1600 y con toda seguridad vendida, sino en esta fecha, posteriormente.

martes, 13 de marzo de 2018

La reclusión del poeta Juan Nicasio Gallego en Parchilena.


Poseemos numerosas referencias a la reclusión del poeta Juan Nicasio Gallego en el Monasterio de la Luz durante unos meses (desde septiembre de 1816), como consecuencia de su actividad política en las Cortes de Cádiz. Según la edición de su obra poética publicada por la Real Academia Española esta dedicación y sus convicciones liberales le llevaron a una condena de dieciocho meses en una cárcel pública y el confinamiento, dada su condición de eclesiástico, en la Cartuja de Jerez, cuatro años, desde donde fue trasladado “a petición suya por enfermo, al monasterio de la Luz junto a Moguer, y pocos meses después al convento de Loreto, en el Aljarafe de Sevilla a dos leguas de esta ciudad”.

Semblanza del Heraldo de Zamora
No de ja de ser paradójica esta reclusión, ya que fue nuestro monasterio uno de los suprimidos por las Cortes en 1812, consecuencia en parte de la labor de Gallego, y restituido en 1814-15, tras la vuelta de Fernando VII, que ya no era tan “deseado” y comenzaba a ser conocido como el Molesto.
A pesar de que publicó muy poco en vida, al parecer por su falta de interés, lo que ha ocasionado mucha pérdida de originales, es considerado uno de los grandes poetas neoclásicos y pre-románticos. Fue amigo de Meléndez Valdés, Quitana y Álvarez de Cienfuegos, además de académico de la Lengua, sillón, Q, diputado sustituto por Zamora en Cádiz, y senador del reino, tras su rehabilitación. Militó en el campo liberal participando en la redacción de la Constitución de Cádiz, en cuyos debates intervino activamente y en ocho comisiones, entre ellas la de libertad de imprenta.
La mayor parte de su obra se ha conservado en forma de manuscritos o recopilaciones posteriores a su muerte, destacando la selección titulada “Obras poéticas de Juan Nicasio Gallego, secretario perpetuo de la Real Academia Española; publicadas por la misma”, fechada en 1854.
De la época de su estancia en el Monasterio data el soneto XVIII del libro A un barrilito de vino de Jerez que me regalo una señora (que tal vez escribiera aquí):


Jugo divino, honor de Andalucía
Y envidia del flamenco y del britano;
Tú por quien el Olimpo soberano
Torciera el gesto al néctar y ambrosía;
j Cuál me colmara el verte de alegría
(Más que con Hebe Júpiter, ufano)
Si á henchir mi copa con su blanca mano
Se hallase aquí la hermosa que te envia I
El rubio Febo en sus collados tiene
Puro cristal: mi labio lo rehusa,
Que á tan helados sorbos no se aviene.
Sé pues mi numen tú, y ella mi musa,
Y al diablo doy los brindis de Hipocrene
Y el chorro de Castalia y de Aretusa.




miércoles, 7 de marzo de 2018

El periodo de la Guerra Civil en Lucena del Puerto.



Durante los primeros meses de la guerra civil, coincidiendo con la ocupación del Gobierno Civil y Militar por Haro Lumbreras (24 Junio de 1936-2 de febrero de 1937), se produce un auténtico baile de gestoras municipales interinas en Lucena que parece que responden a las necesidades de guerra. El mismo día de la toma del municipio se nombra  Presidente a José Blanco Cantalapiedra, y gestores a Modesto Moreno Díaz y Manuel Arozarena Moro, jefe y subjefe de Falange, y a Diego García Gómez, secretario de Acción Popular. El 31 de julio, el capitán Luis Toro, deja sin efecto la orden anterior y nombra presidente a Honorio Vivas Márquez, filiación de derechas, y viejo amigo personal suyo, según nos ha confirmado la propia familia, respetando  a los dos camisas viejas, subjefes de milicias, pero destituyendo a García Gómez. Hasta septiembre el alcalde está sólo “por encontrarse  los otros dos gestores ausentes prestando servicios en las columnas que luchan por la patria”.

Fotografía de Soledad Abril de Dios primera
maestra represaliada en la Provincia de Huelva.
(foto proporcionada por la familia)
El 5 de septiembre, en presencia del Jefe Provincial de Falange Española de las JONS, se procede a la reorganización de la Comisión Gestora por ausencia de José Blanco (citado como Alcalde) y Modesto Moreno, nombrando a Honorio Vivas (citado como gestor), Manuel Arozarena Moro y Antonio Macías Pulido. Sin embargo, el Ayuntamiento queda constituido por Manuel Arozarena como Alcalde, Antonio Macías, primer teniente de Alcalde y Modesto Moreno, como segundo, quedando todos conformes. Las actas siguientes asisten a un pleno de dos gestores.
No podemos pasar por alto en estos primeros meses la vuelta al núcleo de población de los huidos y el carácter modélico de la derecha local, que no permitió ni el asesinato, ni la violencia sobre los opositores. Como en julio, los izquierdistas ahora dormían en la cárcel municipal bajo la vigilancia del alcalde y otros vecinos de derechas,  que armados defendieron a sus convecinos ante los intentos de forasteros de los municipios limítrofes de realizar “sacas”. La labor en estos días difíciles, tanto de los representantes de uno como del otro bando,  requiere un estudio más detallado que el actual, pero por lo que sabemos la sensación es que se produjo un pacto de silencio para eliminar todas las pruebas incriminatorias posibles y sus consecuencias.
Este hecho, no obstante, no significa que no se aplicasen las medidas de represión habituales y de sobra conocidas por nuestra geografía. Desde el mismo acto de la toma de la localidad se recogieron papeles en el Ayuntamiento y se instruyeron expedientes de averiguación al cargo del comandante de puesto de la Guardia Civil, según nos informan los propios expedientes carcelarios. A algunas mujeres se les intentó pelar a cero,  acusadas de bordar la bandera republicana, sin que tengamos constancia de que lo consiguieran por la rápida intervención del Alcalde y algunos requetés presenten en la localidad. El magisterio fue depurado rápidamente correspondiendo el triste honor a doña Soledad Abril de Dios (encarcelada hasta el 30 de agosto) y a su marido, Juan Mora, maestros locales en ser los primeros represaliados. Constan también algunas incautaciones de bienes, que no sabemos si se llevaron a cabo y otras de vehículos para la guerra. Después toco el turno a la “simbología marxista” y a las calles con el “nombre de ciudadanos patrióticos”, Calvo Sotelo, General Sanjurjo, Francisco Franco, Primo de Rivera…..
Los 42 expedientes carcelarios, la mayoría por inducción a la rebelión militar, 2 por rebelión y 2 no relacionados con la represión, puesto que reproducen agresiones entre falangistas, todos ellos de 1937, se saldan con condenas de cárcel más o menos prolongadas, pero en cualquier caso leves, para las que se conocen en otras latitudes. La mayoría de ellos, pese a haber participado en los sucesos de julio, son condenados por proferir gritos internaciones, expresar apoyos a la República, a Rusia, o manifestar en público que los rebeldes asesinan en los pueblos tomados a todos los socialistas, incluso a los niños. Muchos de ellos, los que tuvieron apoyos familiares, u ocasión, acabaron nutriendo las filas de Falange, por recomendación de las nuevas autoridades, o las filas rebeldes a lo largo de la guerra, perdiendo la vida en ella, como el primer teniente de Alcalde de Izquierda Republicana, o cumpliendo condena posteriormente como algunos de los exconcejales.
Entre los asesinados aparecen tres vecinos del municipio, dos en el registro civil de Huelva y uno en Calañas, entre agosto de 1936 y octubre de 1937, y aunque alguno pudo ser aprendido en Lucena, no lo fue en el casco urbano, sino en el campo y sin auxilios locales. Pese a ello, en el municipio constan una fosa con 4 vecinos de Moguer en el cementerio viejo, que hicieron desaparecer sus familiares tras el traslado del mismo, y una posible fosa con vecinos de Moguer y Palos, señalada, pero aun por localizar, de tres camiones que pasaron y  tomaron la carretera de Bonares y nunca más se supo de ellos. En los primeros meses de guerra aparecieron también algunos cuerpos en el camino del rio de vecinos de Villarrasa y, parece, según consta de declaraciones, que fue aprendido un vecino de Rociana en esta localidad, que escondido por vecinos de derechas, huyó para no ser detenido y fue descubierto.
El 25 de enero de 1937 se nombra una nueva gestora, compuesta por  Diego Gómez Cruz, presidente, y los gestores Vicente Pérez Moro y Manuel Arozarena Moro. Con esta corporación se intenta ya una mínima gestión política, dadas las circunstancias, y se toman acuerdos en un primer momento de recuperación de arbitrios, algunos pendientes desde 1935, y en poder del recaudador, y otros que se dejaron de recaudar de la familia Pérez de Guzmán desde 1934, a cambio del agua de Las Pilas, ahora declarados ilegales, acusándolos de filiación política con la corporación y amiguismo. La situación del Ayuntamiento es calificada por el Alcalde como “desastrosa”, reconociendo deudas importantes con las administraciones (Diputación, Hacienda Provincial, Partido judicial…) desde el periodo del Frente Popular, que hacen inviable la nómina de los funcionarios y el funcionamiento del consistorio. La Diputación tiene embargada el 15 por ciento de todos los ingresos del municipio (desde 1932), lo que obliga a la firma de un acuerdo de pago sobre las 25.036,75 pesetas a diez años con pagos trimestrales y siempre que se mantenga el pago de los nuevos trimestres vencidos. En el mismo sentido de recuperación de la gestión el secretario propone diversos arbitrios como el cobro directo de las contribuciones por el Ayuntamiento, es decir, sin rematante,  la creación de una tasa sobre perros vagabundos, y el cobro del canon de las roturaciones que desde su reparto es “letra muerta”.
La última de las gestoras de este periodo, compuesta por cinco miembros, queda al cargo de un viejo conocido de la política local, don Manuel Antonio Reales Carrasco, viejo militante radical, exalcalde y exjefe del comité republicano, lo que sólo calificarse de sorprendente, ya que es el único Alcalde que conocemos, que lo fue en la  Monarquía, la República y el Franquismo, brevemente, eso sí.  Este hecho, desde luego insólito, encuentra su explicación en una simple visión retrospectiva de la vida política local desde la restauración en torno al mismo núcleo conservador de los mayores contribuyentes. Son los mismos gestores, la misma vieja clase que concentra la capacidad económica y de dirección política, hasta que la llegada del Frente Popular los descabalga de la alcaldía. El posterior golpe de estado aupará a algunos de los falangistas al Ayuntamiento, especialmente en este primer periodo, en la única alianza posible, pero el poder lo sigue ostentando la vieja clase política y no tardará en recuperarlo en los años siguientes, creemos que más a pesar que con el apoyo de las autoridades del movimiento. La constatación de viejas rencillas entre ambos grupos, la desaparición a partir de 1939 de los jefes de Falange de las gestoras municipales y la verificación de algún altercado armado en el consistorio entre falangistas, del que tenemos constancia, ofrecen suficientes indicios al respecto.
En lo político la gestión de esta última corporación fue casi nula, con un Ayuntamiento embargado y acuciado por las deudas, los ingresos apenas alcanzan para la nómina de los funcionarios, que se paga a duras penas y con enorme retraso, y poco más. La administración es un caos, lo que es responsabilidad, según el regimiento, del secretario habilitado José Regidor, que acaba solicitando se cese por incapacidad física y moral, que se acepta toda vez que,

 “….diariamente se reciben comunicaciones apremiantes de la superioridad amenazando con el nombramiento de comisionado para efectuar servicios de suma urgencia y que este con su abandono no sólo no cumplía, sino que los tenía traspapelados”.

El posterior nombramiento de un delegado gubernativo por el Gobernador Civil para poner orden en este asunto informa de que ha sido requerido para ello por la corporación, y de la existencia de numerosos irregularidades que no especifica. La cuenta de la inspección llevada a cabo, reseñada en las actas de abril de 1939, recupera 28.611,86 pesetas provenientes del cobro de las roturaciones de 1938-39, arbitrios, desde 1931, maderas y aprovechamientos sin liquidar, y requerimientos a los exalcaldes de deudas pendientes que incluyen diferentes alcances de gestión y cobros indebidos o mal justificados. La data de pagos correspondiente alcanza la suma de 31.150,72 pesetas, la mayoría de ellos atrasos de los funcionarios, clases pasivas y suministro eléctrico.
Con estos problemas, los acuerdos de gestión se ocupan de los aprovechamientos, prácticamente paralizados por la guerra, el alumbrado eléctrico, que reitera los acuerdos de municipalización, sin hacerlos efectivos, y la carencia de agua suficiente en la fuente única de Santa Cecilia por la sequía y falta de lluvias, a la que se coloca un guarda para evitar altercados y un gravamen de cinco céntimos cada dos cántaros para su jornal.
 La información en general del periodo, pese a todo, es escasa, aunque ello no nos impide conocer en palabras de la presidencia “que diariamente frecuentan esta alcaldía infinidad de vecinos indigentes pidiendo socorros, no pudiendo atenderles”. Por los supervivientes conocemos bien estas  penalidades y el hambre sufrida, aunque también es cierto que el colonato municipal ayudó a mitigarla y ofreció, al menos, algunas oportunidades más que en el mundo urbano. La correspondencia oficial desde el inicio de la guerra, pero más sistemáticamente desde 1938, se ocupa ampliamente del abastecimiento con las declaraciones de cosechas, aceites, ganados, e incluso chacinas y tocinos, que se asignan y se controlan para el abastecimiento y el ejército. Los abastecedores son grandes propietarios que obtienen las licencias y los salvoconductos, y reseñan cantidades, importantes, especialmente de ganados.
La prensa de la época sigue informando de la recogida de metálico, ropas, tabaco, huevos y gallinas de auxilio a los heridos y los habituales actos de entierro de fallecidos en la guerra y propaganda. Lo que la prensa no cuenta es la orden del Gobierno Civil de 1938 para el reparto de entre 25 y 100 pesetas entre 50 vecinos “por el concepto de plato único” en el plazo de 8 días, y mirando sólo sus posibilidades personales, que se reparte como contribución entre los vecinos. En el mismo sentido, las actas capitulares recogen diversos actos de agradecimiento y propaganda hacia el Generalísimo, sumándose a la propuesta del Ayuntamiento de Huelva de regalar una espada al caudillo, o hacia el libertador Queipo de Llano al que se propone el nombramiento de Teniente General o el título de “Gran Caballero de la Gran orden Imperial de los Flechas Rojas” por,

”…. su heroísmo puesto al servicio de los más altos ideales patrióticos, sin contar con otras fuerzas en los primeros momentos del glorioso Movimiento Nacional que las escasísimas de la guarnición de Sevilla, cuyo comportamiento loable debiera  ser premiado con la concesión de la medalla militar colectiva, consiguió librar a estos pueblos de su jurisdicción de los horrores de las furias marxistas, estableciendo la tranquilidad y el bienestar, sembrando la fructífera semilla del más puro social concepto cristiano, dones de inapreciable valor que pueden apreciar más exactamente en su magnitud, aquellos de nuestros hermanos que directamente han sufrido los mas crueles martirios y persecuciones”.

Con la mayoría de los presos políticos o en la cárcel o alistados, desde 1938, bien porque la administración actuó más sistemáticamente desde los juzgados, bien porque se conserva más documentación, se agudiza la represión sobre los republicanos y el control de la población civil. Los salvoconductos e informes de conducta y filiación política se suceden en el Archivo Municipal, las confiscaciones de bienes se hacen efectivas con certificaciones del propio municipio y se implica, más si cabe, al Juzgado de Moguer  y a la Guardia Civil en el control efectivo de la población y las ideas. Desde el Gobierno Civil, cuya jefatura ostenta también la de Falange, se alcanza incluso a los libros de lectura empleados en la escuela pública a través de la inspección educativa. Próxima a finalizar la guerra, el borrador de respuestas a una encuesta sobre diversas cuestiones del Gobernador Civil, deja claro que con respecto a la situación política cooperan todos y sin distinción de clases por el engrandecimiento del nuevo estado. En el mismo documento, aparte de informar que no existe paro obrero en la localidad, se esboza, al reseñar las necesidades, el programa de actuación de los próximos gobiernos municipales, a saber,  aumento de la capacidad de aguas y construcción de nuevas fuentes, nuevo cementerio, urbanización de las calles del pueblo y construcción de una plaza de abastos. Este será el programa falangista de los próximos años en la localidad, aderezado con otros condimentos del régimen.