sábado, 5 de noviembre de 2016

El bordado de Miguel de Peñaranda

El 13 de septiembre de 1592 Antón Martín Hilazo, mayordomo de la fábrica de la Iglesia Parroquial de San Vicente Mártir, y Alcalde Ordinario de la localidad, otorga carta de obligación por 24 ducados (264 reales) a Juan Pérez, bordador, vecino de ciudad de Sevilla en la collación de Santa Cruz, por razón de,

dos asanefas vordadas sin oro de razo cortado carmesí e un capillo e petoral (razo qual que están asentadas, -entre líneas-) que Myguel de Peñaaranda, vordador, vezino de Sevilla, hizo para una capa para la dicha iglesia deste lugar de Luçena. Las quales dichas dos asanefas, capillo e petoral me dio y entregó a mí, el dicho Antón Martín, mayordomo, el dicho Juan Pérez, e yo las recibí por virtud de un mandamiento del Provisor de la Sata Iglesia de Sevilla, su fecha del dicho mandamiento a quatro deste presente mes de septiembre deste presente año de la fecha desta carta.....”

Imagen de bordado de la época
Miguel de Peñaranda era uno de los maestros bordadores “más sobresalientes y destacados de la Sevilla de fines del siglo XVI” (Santos Márquez, 2009-2010), hijo del segundo interviniente, Juan Pérez, alguacil de Villanueva de Barcarrota (Badajoz), y hermano de Francisco de Peñaranda, también bordador y comerciante de paños (Rodríguez-Moñigo, 1945). Tenemos al menos una referencia  documental más de sus trabajos en un encargo que hizo para la iglesia de parroquial de San Sebastián de Cañete (Málaga) en 1597, por los trabajos del ya citado Santos Márquez, en este caso, para la confección de un velo bordado en seda y oro para un paño de difuntos de terciopelo negro, que desgraciadamente no se ha conservado.
En nuestro caso, tampoco conocemos si su trabajo se ha conservado en nuestra parroquia. Las capas y los capillos se perdieron todos, pero no sería extraño que algunas de sus partes, si eran de calidad, fueran reaprovechadas y el pectoral podría encontrarse entre los que han sobrevivido.

En el inventario de 1730 se citan varias capas de damasco rojo y blanco, con sus cenefas en colorado, una de las cuales “fallezió y de lo que ubo bueno se iso un frontal para el manto”; de otra morada se sacó un paño para el púlpito, según nota de 1781. En el mismo documento se describen tres cenefas sueltas para el adorno de los monumentos y numerosos corporales que podrían contener cualquiera de estos elementos. La investigación dirá en el futuro, y dado que no somos especialistas en una materia que desconocemos absolutamente, la posible búsqueda de estos elementos la dejamos para mejores plumas.

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