sábado, 19 de noviembre de 2016

Bartolomé Rodríguez, tratante de carbón.

Probablemente antes de pisar Lucena Bartolomé Rodríguez no se había dedicado al comercio, ni había trabajado el Carbón. Era natural de Villarrasa, según el acta de matrimonio que tuvo lugar en la parroquia de San Vicente el 9 de abril de 1584 con la viuda Isabel García, hija de Diego Martín Camacho, uno de los mayores tratantes de la zona, y cuñado de Hernando Rodríguez Camacho, también comerciante, copropietario del barco San Juan y apoderado de la familia en Cádiz y Puerto de Santa María.
Hornos de carbón
No sabemos nada de su situación antes del matrimonio. En Lucena, el capital de su mujer le debió proporcionar una buena posición económica. La dote de ella alcanzó los 155.797 maravedíes, una suma importante, más de 4.500 reales, que incluían 3000 cepas de viña en el Hornillo y “un pedaço de manzanal en el pago del Gelo” que, a tenor de otras descripciones, debía rondar las tres fanegas y media. Ambas fincas sólo bebían ser un complemento, pues debió dedicarse a la actividad familiar hasta la muerte de su suegro en torno al año 1587.
La actividad mercantil de los Camacho durante estos primeros años es muy importante. El testamento de su suegro, que no se muestra especialmente activo en los contratos, recoge importantes débitos de carbón, compra de cepa, elaboración de hornos, y ventas de carbón, vino, y arenques, que incluyen a los arsenales del Rey en el Puerto de Santa María, y destacan la labor de su cuñado Hernando en este puerto y su provincia. Tras la muerte del suegro, la sociedad se disolvió y liquidaron cuentas de concordia en 1589 en dos escrituras sucesivas, entre ambos, y entre Hernando y la heredera de Marina la otra hermana, llamada Catalina, cuya tutela tenía Bartolomé. Desde 1587 ambos otorgan escrituras por separado aunque mantendrán lazos de mutua colaboración.

Compras de Carbón en escrituras públicas por  Bartolomé Rodríguez.

Años
Contratos
Carretadas
Valor Reales
Precio medio
Precio Baldíos
Precio vado
1587
1
8
220
27,5
27,5
-
1589
8
36
922,5
25,6
22-25
48-55
1590
10
75
2425
32,3
30-31
52
1591
17
116 y 2 costales
3549
30,5
22-29
55
1592
16
144 y 5 costales
2599,5
18
22-29
55
1593
4
8
192
24
24
-
1594
10
89
3169
35,6
24-60
43-64
Total
66
476
13.077
27,4
-
-

Ventas de Carbón en Escrituras públicas por Bartolomé Rodríguez.

Años
Carretadas
Reales
Precio
carretada
1587
35
220
55
1589
30
1440
48
1590
Todo (*)
-
55
1591
46
2530
55
Total
111
4190
-

(*) Todo el carbón  que hiciere o comprare.

La importancia del carbón y los capitales movilizados por un solo comerciante ofrecen un buen testimonio de la magnitud de este tráfico en el puerto de Lucena y en toda la rivera del Tinto, aunque no permiten vislumbrar toda su importancia, puesto que no recoge la totalidad del mismo por razón de las singulares características de la propia mercancía. Y es que, movilizar esta riqueza requería de una amplia logística y una sólida base de capital que no se encontraban al alcance de cualquiera, además de poseer los contactos locales y foráneos. En este periodo el carbón se negocia de cuatro maneras, todas ellas utilizadas por nuestro comerciante:

a)  Puesto debajo de verga: el carbón más caro, ya que el comprador no se ocupa de nada, ni de cargarlo, que corre por cuenta del carbonero. Los precios de este carbón rondan los 55 reales a la compra y los 70 a la venta, por lo que se negocia normalmente un adelanto de la mitad de la cuantía. El beneficio debió rondar según nuestras estimaciones entre un 20 y un 30 por ciento del total del precio.

b) Contado: El carbón más barato, los que no han concertado previamente compradores o les sobra acuden al vado de Marisuarez a la ventura y lo venden al precio que pueden o según la demanda. Obviamente no requiere escritura, y el segundo testamento de Rodríguez registra no menos de una decena de deudas de adelantos de este tipo sin escritura, que podrían ser muchas más puesto que, en algunos casos, sólo de consigna el capital sin especificar el origen.

c) Al pilé de olla: el carbonero busca la cepa y elabora los hornos, y el comprador adquiere el carbón terminado y es él quien se encarga del transporte, carga y vigilancia del mismo. Es la modalidad más habitual y su precio depende mucho del lugar donde se hace, ya que el valor de compra se sitúa entre los 2 y 2,5 ducados (22/27,5 reales) y lo que varía es el transporte. El precio de los fletes pagados de 13 carretadas y 13 costales desde los baldíos de Moguer, declarados en el segundo testamento de Bartolomé Rodríguez, osciló entre 10 y 15 reales carretada, a lo que habría que sumar algo menos de un real de carga y otro de  vigilancia, dependiendo de la cantidad de carbón depositada. El precio total de compra de esta modalidad debió rondar entre 34 y los 44 reales, lo que supone un beneficio de entre un 37 y un 50 por ciento. En el segundo testamento, de 1597, declara cuentas con nada menos que cuatro carreteros.

d) A jornal: El comprador adquiere la cepa y la entrega a un carbonero que “se alquila” para beneficiarla a un precio fijo de 24 reales. Es la modalidad más utilizada por Rodríguez que adquiere en 1592 en compañía de Juan de la Cruz, vecino de Moguer, 100 cargas en los montes baldíos de la villa de Moguer a precio de seis reales carretada. El beneficio en este caso debió ser algo menor, puesto que habría que sumar el precio de la cepa a los costes anteriores, de entre un 28 y un 40 por ciento del precio de venta, pero por el contrario, dada la escasez de cepa en los baldíos, el comerciante se asegura el suministro, que no es poco.

No tenemos constancia en este periodo hornos propios de Bartolomé Rodríguez, aunque alguno debió heredar se su suegro,  que declara varios en su testamento de 1587. La actividad inicial tras la muerte de este fue modesta, aunque podría estar encubierta, ya que la de su cuñado se solapa con la suya y con la del suegro, y no tenemos constancia de la disolución de la empresa familiar a pesar de los negocios propios de Hernando hasta 1590.
En 1589 las dos escrituras de concordia que hemos citado anteriormente sugieren el finiquito entre ambos cuñados, pero de nuevo en 1590 llegan a un acuerdo por el que Rodríguez entregará “todo el carbón que hiciere o comprare en un año, embarcado y escobonado”  a precio de 5 ducados (55 reales). Ese mismo año adquiere cepa en Moguer que otorga a varios vecinos de Lucena para cumplir el contrato. Las compras de Bartolomé ascienden, y a partir de este momento, duplican los contratos anteriores.
El acuerdo se rompe antes del año. En abril de 1591 ambos cuñados finiquitan la nueva sociedad con un saldo favorable a Hernando de 230 ducados, una pequeña fortuna de 2530 reales que Bartolomé se compromete a saldar en carbón con 46 carretadas pagadas a su costa en el vado al precio acordado anteriormente. Bartolomé no registra más contratos propios de venta, aunque traba relación y compra cepa con Juan de la Cruz y Cristóbal Díaz Rengel, vecinos de Moguer, y el segundo natural de Lucena, con los que mantiene cuentas aparte según el tráfico de carretas que declaran entre ellos.
Su actividad desciende de nuevo mucho entre 1593 y 1594 a pesar de la cepa comprada, lo que sólo podría ser explicado por enfermedad. El primer testamento, de mayo de 1594, lo corrobora, pero sigue declarando deudas a su favor de carbón y trigo, y de nuevo manifiesta:

“... que yo e tenido, e tengo, quentas y otros negocios con Hernando Rodríguez Camacho, mi cuñado, vezino deste lugar de Luçena, de carvón y otras cosas que le doi y e dado, y de dinero que el me a dado para ello, y por el mes de abril proximo pasado de este presente año de noventa y quatro, hezimos ambos nuestras quentas y me alcalçó el dicho Hernando Rodríguez Camacho por dos mill e quatrozientos reales de los quales le hize un conocimiento que está y estuvo en su poder.  E después de esto e recibido del susodicho Hernando Rodríguez Camacho cinquenta ducados que por su orden y mandamiento me dio Pedro de Anguiano, vezino de Guelva, de que di carta de pago al dicho Pedro de Anguiano, y más veinte ducados que cobré de Cristobal de Maia, vezino e regidor de la villa de San Juan del Puerto, y dello di carta de pago; y más catorze ducados que el dicho Hernando Rodríguez pagó a un vezino de Almonte en quenta de çierto carbón de caña de alcornoque.  E para en quenta de todo este dinero e embiado, e dado, al dicho Hernando Rodríguez Camacho veinte y un carretadas de carvón de medida, las seis, i seis costales de lana a presçio de a cinquenta y nueve reales cada uno, puestas en el río de Luçena, y las quinze carretadas más seis costales de carbón de humo a presçio de cinco ducados cada una puestas en el río, e lo demás restante le debo...”

Bartolomé Rodríguez no aparece a partir de 1594 en más contratos de carbón. En su primer testamento declara que tiene muchas “quentas de carvón con vezinos deste lugar, e de Roziana, y otras partes, de que me tienen muchos dellos escripturas otorgadas de obligazión;  digo que lo que me deben es lo que está escripto en un libro que tengo de quentas, lo qual esta escripto de mi letra y de letra de Esteban Rodríguez, clérigo....”.  En el mismo documento alude a un memorial de trigo escrito también por Esteban Rodríguez, para que lo cobren sus herederos.
Sobrevivió a estos primeros achaques y realizó un segundo testamento en 1597 donde declaró deudas a su favor de 41 vecinos de Lucena, Valverde y Rociana por valor de  131 carretadas y mucho dinero en metálico. Tenía en el embarcadero tres carretadas de Carbón para cargar. No nos constan, en ninguno de los documentos manejados contratos de trigo, cebada, lana, o vino que debían hacerse de contado.
Al menos uno de sus hijos, tuvo dos con Isabel, Diego y Felipe, siguió en el negocio a  partir de 1610. Era conocido como su abuelo paterno, Felipe Santos, y nacido en 1589 por lo que se inicia como tratante a la edad de 21 años.



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